miércoles, 24 de marzo de 2010

Igual que hace dos siglos

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Guillermo Fabela Quiñones PorEsto 23 de Marzo de 2010

(Con admiración y afecto para don Mario R. Menéndez por 19 años de lucha firme por un periodismo digno y progresista)

En el 204 aniversario del natalicio de don Benito Juárez, México vive una crisis estructural que patentiza el grave retroceso sufrido por el Estado mexicano, a partir de que las ideas juaristas sufrieron embates destructores por parte de sus enemigos históricos, los conservadores actualmente en el poder.

El futuro de los mexicanos se advierte muy desolador, por el fracaso de un proyecto nacionalista, liberal y democrático, merced al empeño de una oligarquía apátrida en hacer valer sus intereses, a costa del bienestar de las clases mayoritarias y de la marcha independiente del país. La visita que hoy inician al Distrito Federal, en calidad de adelantados del Imperio, tres prominentes miembros del gabinete de Barack Obama, es la mejor demostración del fracaso de una corriente histórica que no encontró puntos de apoyo en la realidad.
Otra vez volvemos a empezar, como hace doscientos años, una lucha inevitable por salvar a la nación de las garras de sus enemigos, ahora más poderosos que nunca. Lo más asombroso es que son los mismos que combatieron a Juárez y a su grupo de correligionarios, y lo están haciendo con igual odio y desdén por las consecuencias de sus acciones desestabilizadoras. Lo paradójico de esta situación es que tienen más lamentables resultados las políticas públicas del “gobierno” de Felipe Calderón, que los hechos sangrientos que provoca la lucha contra el crimen organizado. Estos afectan, ciertamente, el tejido social, pero la carestía de la vida, el desempleo y la marginación son aún más dañinos.
Por eso Calderón lleva a cabo sus actos “públicos” en privado, sabedor de que no hay condiciones objetivas para establecer una comunicación directa con la gente, como se comprobó por enésima ocasión en la ceremonia conmemorativa del natalicio del forjador del moderno Estado liberal mexicano. De manera casi clandestina colocó una ofrenda floral en el Hemiciclo a Juárez y luego emitió un mensaje vacío de contenido en el Patio Mariano de Palacio Nacional. En cambio, Andrés Manuel López Obrador encabezó una reunión masiva donde contó con un auditorio atento a cada una de sus palabras, vivamente interesado en que la nación recupere su marcha de progreso y derrote a los enemigos de Juárez, pues son los mismos que ahora siguen frenando la culminación de las ideas del Benemérito.
¿Puede alguien creerle a Calderón cuando afirma que no cederá en su lucha por hacer prevalecer el Estado de Derecho, “porque la victoria será la victoria de la legalidad”? ¿Tiene algún sentido decir palabras que no expresan nada como las anteriores? Lo que ha hecho Calderón es apuntalar relaciones sociales basadas en la imposición de políticas públicas que atentan contra el derecho de las mayorías a una vida digna. Lo acaba de confirmar la Secretaría de Hacienda: es irreversible el alza mensual a los precios de las gasolinas. No hay marcha atrás a una medida muy nociva cuyas consecuencias serán una mayor pobreza en el país, y particularmente en las regiones donde ya de por sí es brutal, como en el campo y las zonas marginadas.
Empobrecer más a los pobres no es lo que buscaban Juárez y los liberales que promulgaron la Constitución de 1857. Tampoco fortalecer al clero político con la finalidad de que afianzara su poder económico. Así que hay una enorme distancia entre el pensamiento juarista y las acciones antidemocráticas y retardatarias del “gobierno” de Calderón. Esto es más que obvio, de ahí que no engañe a nadie con sus palabras vacías y sus actos de opereta. Lo que cuenta verdaderamente son los hechos, y éstos van dirigidos a fortalecer intereses minoritarios y retrógrados, por eso la descomposición social en México es cada día más virulenta y sus consecuencias son cada vez más desastrosas y dramáticas.
El crimen organizado no es más que una de las manifestaciones más crudas de esta realidad tan negativa y contradictoria. Así como vamos, el Estado mexicano está condenado a desaparecer, y en su lugar quedaría un “Protectorado” dirigido desde la Casa Blanca. No es una exageración semejante aserto, sino una fantasía muy posible como lo deja ver la visita de los tres “adelantados”. El hecho más preocupante es el proceso de desprestigio que vive aceleradamente el Ejército Mexicano, cuando más que nunca es vital contar con Fuerzas Armadas estrechamente vinculadas con la sociedad y con claros objetivos progresistas. La lucha contra el narcotráfico no es más que un pretexto del Imperio para justificar su abierta intromisión en nuestro país. Hoy más que nunca tiene vigencia el principio juarista del respeto al derecho ajeno.
(gmofavela@hotmail.com)

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