miércoles, 17 de marzo de 2010

Los peones desechables

Juan José Morales PorEsto 15 Marzo 2010
Impacto Ambiental

A no dudarlo, la agricultura norteamericana es una de las más modernas, avanzadas y productivas del mundo. Pero difícilmente podría ser tan próspera de no contar con la mano de obra de los trabajadores migratorios mexicanos. Basta señalar que en los campos agrícolas de California, donde se produce la mitad de las cosechas de todo Estados Unidos, 95 de cada cien peones agrícolas son mexicanos, en su inmensa mayoría migrantes.
De ellos mucho se habla, pero casi siempre en términos de las remesas de dinero que envían a México, del número de ellos que son deportados de vuelta a nuestro país, o de los que mueren al cruzar la frontera. Rara -muy rara vez— se mencionan las condiciones ambientales en que viven y trabajan, y que los convierten —literalmente hablando— en elementos humanos desechables, que al cabo de pocos años habrán muerto o estarán incapacitados para seguir laborando.
Así lo han revelado recientes estudios realizados conjuntamente por la universidad de California y diversas instituciones mexicanas. Esos jornaleros cumplen jornadas agotadoras, viven hacinados, en alojamientos precarios y a veces casi al aire libre, en deplorable situación higiénica y sanitaria, tienen una alimentación escasa y deficiente, carecen de atención médica —aunque se les descuentan cuotas por seguridad social—, sus propias condiciones de trabajo les causan un rápido y severo deterioro físico, corren riesgo de sufrir accidentes laborales y están expuestos a los efectos de insecticidas, herbicidas y muchas otras sustancias químicas que les ocasionan alergias, males respiratorios, afecciones cutáneas, cáncer y otros padecimientos que les acortan la vida o los incapacitan parcialmente.
Se da así la paradoja de que en las zonas agrícolas más prósperas y opulentas de Estados Unidos, se encuentran las comunidades humanas más pobres, y aquellos hombres que producen grandes cantidades de alimentos, sufren malnutrición. De hecho —según encontraron los investigadores—, muchos peones se van a dormir con hambre al término del día, tras cumplir, por lo demás, una auténtica jornada de sol a sol, que comienza a las cinco de la mañana y termina con las primeras sombras de la noche. Una jornada, además, en la cual prácticamente no tienen períodos de descanso, pues si no cumplen la cuota de producción establecida por el patrón, se les despide.
Es inevitable que en tales circunstancias sufran serios problemas de salud. Seth Holmes, uno de los investigadores, trabajó también como jornalero para conocer por experiencia directa el trabajo, y relata que aunque solamente lo hizo una o dos veces por semana, terminaba con gastritis, jaqueca y fuertes dolores de la espalda, rodillas y cintura, que se prolongaban por varios días. Los peones, agrega Holmes, saben que después de un máximo de diez años, serán inútiles para esa labor.
Los problemas de salud de los indocumentados, además, se agravan porque casi ninguno acude al médico. En parte porque ignoran tener derecho a ello, en parte porque los patrones no les permiten ausentarse de los campos, sobre todo por el temor de que en la clínica puedan a ser detectados y detenidos por la migra.
Otro factor que empeora sus problemas de salud es el reforzamiento de la vigilancia en la frontera, que vuelve más difícil cruzarla. Antes, en los meses de poco trabajo, los indocumentados volvían a México, donde podían tener algún tipo de atención médica. Ahora prefieren permanecer en Estados Unidos, y pasan años sin ver a un médico aunque estén enfermos, sobre todo de diabetes, uno de los males más comunes entre ellos. Otra enfermedad muy extendida es la tuberculosis, como resultado del hacinamiento, la desnutrición y las repetidas infecciones que sufren por consumir agua y alimentos contaminados y que debilitan sus defensas.
Estas son, en fin, las condiciones en que (sobre)viven los trabajadores migratorios mexicanos, que por las políticas del gobierno mexicano abandonan nuestros campos para laborar en la agricultura norteamericana.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx

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