martes, 9 de marzo de 2010

Entre oportunismo y mediocridad

La clase gobernante
Entre oportunismo y mediocridad
Por Freddy Espadas Sosa (*) Diario de Yucatan 9 Marzo 2010

En días pasados estuvo en esta capital el doctor Diego Valadez Ríos, ex procurador general de la República y uno de los más connotados constitucionalistas del país.

No tienen desperdicio algunas expresiones del académico visitante, quien en su conferencia señaló que nunca antes los mexicanos habíamos padecido una clase gobernante tan mediocre y oportunista como ahora.

La mediocridad refiere a la falta de competencia y a la baja calidad en el desempeño de alguien, en tanto que el oportunismo es definido por la Real Academia de la Lengua como “la actitud o conducta sociopolítica que consiste en aprovechar al máximo las circunstancias de tiempo y lugar para obtener el mayor beneficio posible, sin tener en cuenta principios ni convicciones”.

El funcionario de la UNAM advirtió que la falta de control sobre las designaciones de los servidores públicos, la inexistencia de una auténtica rendición de cuentas y la carencia de mecanismos institucionales para reclamar la remoción de aquéllos han permitido que las lacras arriba descritas se generalicen en la gestión pública. (D.Y., 24 de febrero, Local, P. 9).

Desde luego, tanto la mediocridad como el oportunismo y la falta de principios éticos también son rasgos que caracterizan la conducta de los partidos políticos, como se aprecia con creces en las alianzas suscritas por organismos diametralmente antagónicos, como lo son el PAN y el PRD.

Así, los ciudadanos que aportamos ingenuamente nuestros votos observamos atónitos cómo el PAN anuncia con bombo y platillos las siguientes alianzas con la izquierda para derrotar al PRI en las elecciones de gobernador a efectuarse este año: “Unidos por la paz y el progreso”, Oaxaca, con el ex priista Gabino Cue a la cabeza; “Compromiso por Puebla”, con el neopanista-ex priista Rafael Moreno Valle como candidato; “Lo que nos une es Durango”, con el ex militante tricolor José Rosas Aispuro como abanderado; “Hidalgo nos une”, con la neopanista y ex funcionaria foxista Xóchitl Gálvez al frente.

Ocurre que mientras estas alianzas oportunistas avanzan y se cuecen otras mediante negociaciones cupulares en lo obscurito —como el posible apoyo del PAN al alcalde perredista de Cancún, Greg Sáchez, como candidato a la gubernatura de nuestro vecino estado— paradójicamente los dirigentes y militantes del sol azteca colocan centenares de mantas en el Distrito Federal exigiendo la inmediata renuncia de Felipe Calderón (D.Y., 27 de febrero, Nacional, P. 9).

El fallido pacto firmado clandestinamente en San Lázaro entre el PAN y el PRI para aprobar el antipopular paquete fiscal para 2010, garantizando que no habría alianza entre el albiazul y la izquierda en el Estado de México —a exigencia expresa del “niño bonito” de Televisa, Enrique Peña Nieto—, ilustra de maravilla la decadencia moral de nuestra clase.

Como se puede colegir, el desempeño de la clase gobernante se constriñe a defender sus intereses y a proteger con celo los privilegios y las grandes ganancias de los poderosos; su actuación no responde a los requerimientos de conducción y liderazgo que reclaman los diversos sectores de una sociedad lacerada por los efectos de una honda crisis económica y abatida por el recrudecimiento de la inseguridad y la violencia en varios centros urbanos de la república.

En Yucatán, en vísperas de iniciarse formalmente la campaña electoral (que debe arrancar a partir del 15 de marzo, con el registro de los candidatos ante el Ipepac), la guerra sucia, el derroche inmoral de recursos, el acarreo masivo para montar megamítines “de desagravio”, la coacción gremial, el uso de las estructuras institucionales con fines electorales y la violación descarada de la legalidad electoral están sentando sus reales en la lucha desaprensiva por el poder, centrada en buena medida en la disputa por Mérida, “la joya de la corona”.

Sabemos que es harto difícil pedirle a los actores políticos y a los servidores públicos un cambio de actitud y de conducta, ya que su actuación se inscribe, en la mayoría de los casos, en ese marco general de decadencia moral que hemos señalado. Comprendemos que lo que el país y nuestro estado requieren es una profunda renovación de la vida pública, un cambio sustancial en las instituciones y una transformación de raíz en la conformación y funcionamiento del Estado mexicano.

Mediocridades y oportunismos aparte, solamente nos atrevemos a demandar que en la actual campaña electoral se pase de la diatriba, la descalificación y los arrebatos viscerales al manejo de ideas, al análisis de los problemas reales y a la formulación de propuestas y proyectos de atención a las demandas ciudadanas.

Y a los servidores públicos por igual —gobernadora, alcaldes, delegados federales— les exigimos sacar las manos de los procesos electorales y disminuir su protagonismo enfermizo, so pena de seguir incurriendo en actos ilegales que ponen en predicamento la legitimidad y credibilidad de los comicios en puerta. ¿Es mucho pedirles, carísimos lectores, que se dediquen a atender con esmero y sin distingos las funciones y responsabilidades que les competen y por las cuales les pagamos? Veremos.— Mérida, Yucatán.

canek_1999@yahoo.com.mx ————— *) Profesor. Ex director de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN)

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