martes, 9 de marzo de 2010

Un “partido tonto”

Horizonte político
José Antonio Crespo Excélsior 08-Mar-2010

La difusión del documento firmado por el PRI y el PAN en torno a no formar coaliciones en el Estado de México suscita varias reflexiones: A) Fernando Gómez Mont, al renunciar al PAN, había dicho que se reservaba detalles por confidencialidad profesional. Ya sabemos cuáles eran. Ahora aclara que “al comparecer ante el CEN (del PAN), el presidente del partido me constriñó a la confidencialidad a la que estoy obligado”. Eso limitó la eficacia de su alegato ante los consejeros panistas. Ahora queda claro que Gómez Mont no actuaba solo; contaba con el visto bueno de Nava, además del de Los Pinos, pues supongo que a estas alturas ya no habrá quien crea que “el Presidente no estaba enterado” de los acuerdos con el PRI.
B) Pero si Nava actuó con el respaldo de Calderón, no lo hizo con el del Consejo Nacional de su partido. Por el contrario, el 12 de septiembre de 2009 ese órgano instruyó una campaña contra los gobernadores del PRI y, en particular, denunciar el vínculo entre EnriquePeña Nieto y Televisa. También acordó “reconocer la validez de las alianzas con otros partidos en determinadas condiciones” así como “diseñar criterios y lineamientos claros para aceptar o no alianzas, y discutirlas en cada caso concreto”. Al menos en el caso del Estado de México, Nava hizo justo lo contrario, dando cobertura incluso a Peña Nieto y comprometiendo al partido a un acuerdo que iba más allá de su mandato como dirigente nacional (pues termina en diciembre de este año).
C) La falta de oficio político de Nava se refleja no sólo en haber firmado un documento escrito, sino en aceptar que no incluyera la “moneda de cambio” que correspondía pagar al PRI. Ahora Nava se pregunta: “¿Por qué (Peña Nieto y Paredes) no dicen la verdad… que en este acuerdo estuvo de por medio esa negociación?” Fácil. Porque eso no quedó por escrito. Pero si lo que estaba en juego era el voto del PRI en el Senado, ni Paredes ni Peña Nieto podían garantizarlo, sino sólo Manlio Fabio Beltrones. ¿No estaba enterado de eso Nava? Por lo visto, no. Parafraseando a Alonso Lujambio, el PAN es un “partido tonto”. Y no sólo el PAN de Calderón pues, según afirma Xóchitl Gálvez, “Vicente Fox firmó convenios con el PRI. Pregunten cuántas cosas les soltó Fox por convenios así”. Cuántas, en efecto, habría que preguntar. Una carta de impunidad, al menos. A cambio de nada, claro.
D) Beatriz Paredes —que también salió raspada al mostrar su parcialidad hacia uno de los presidenciables— reclama ahora a Calderón olvidar que, apenas hace tres años, el PRI hizo posible su ascenso a la Presidencia. De lo que se infiere, primero, que el PRI implícitamente pone en duda la fidelidad del resultado oficial de 2006 (o Calderón no hubiera requerido del respaldo priista) y, segundo, que considera que esa deferencia tenía que devolverse no poniendo trabas al regreso triunfal del PRI a Los Pinos. Favor con favor se paga. Pero los panistas bien podrían responder que lo de 2006 en realidad fue el pago priista por el papel que el PAN jugó en 1988. Cuenta saldada.
E) Cuando se sugiere a los priistas que salieron perdiendo en este convenio, dado que a cambio de no impedir la miscelánea final no lograron evitar las coaliciones, aclara Ulises Ruiz que no, que los gobernadores (la mayoría del PRI) salieron ganando, pues recibirán muchos más recursos. Es cierto. F) En el escrito, los firmantes se comprometen a modificar la legislación vigente sobre las coaliciones, para que éstas dejen de ser un instrumento de coyuntura. En efecto, las críticas que puedan enderezarse a las coaliciones como meramente electoreras, tienen asidero en la normatividad electoral. La ley estipula que las coaliciones se esfuman apenas concluido el proceso electoral. Y, por ende, quedan sin sustento el respectivo programa de gobierno y la plataforma legislativa. Una burla al elector. Convendría generar incentivos para formar coaliciones estables, de gobierno y legislativas (la segunda vuelta no garantiza ese desenlace).
Me parece, en todo caso, que la figura de César Nava como presidente del PAN refleja con precisión el lamentable estado en que se halla ese partido, a nueve años de ser gobierno: pragmatismo puro, pero sin oficio político; torpeza infinita y palabra deshonrada; pérdida de autoridad moral y patadas de ahogado; claudicación de su pasado y desconcierto ante el futuro. ¡Vaya saldo!

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